22 mar 2020

Agua, aceite y gasolina, Jardiel Poncela en Ediciones Irreverentes


Agua, aceite y gasolina.
Comedia
Autor: Enrique Jardiel Poncela.
Colección de Teatro, nº 116
ISBN: 978-84-17481-37-7
PVP: 12,00€ • 132 páginas



Agua, aceite y gasolina es una divertidísima comedia en la que una muchacha zafia y malhablada ha de sustituir a una mujer culta y refinada ante el enamorado de ésta. Mario se ha citado en una gasolinera para fugarse con su amante, Leticia, una mujer casada. Pero ésta le deja plantado y le hace llegar una carta de despedida. Mario cae en una depresión cercana a la locura a la que sus allegados tratarán de poner fin, ayudados por el doctor Sarols, quien propone que una chica rústica con cierto parecido físico con Leticia, se haga pasar por ésta ante los ojos de Mario, en lo que colaborará incluso el esposo de Leticia. La elegida para la suplantación es la Cosqui, aunque para interpretar el papel tendría que lavarse a diario, cosa que odia. Mario está tan impaciente por volver a ver a su amada después de tantos meses que no se dará cuenta de la suplantación. Para enredar más la situación, la madre de la Cosqui se presenta en la casa creyendo que tienen secuestrada a su hija, pues no ha vuelto a su antiguo hogar. La Cosqui está dispuesta a casarse con Mario como sea, pero la voluble Leticia, después de abandonarle, y al ver a otra mujer rondando a quien fuera su amante, irrumpe en escena dispuesta a fugarse con él. Esta obra es probablemente la gran olvidada de las comedias de Enrique Jardiel Poncela.
Estrenada en 1946, por la compañía González-Vico-Carbonell en el teatro de la Zarzuela de Madrid, con Antonio Vico como estrella, los rígidos códigos morales de la dictadura llevaron a que la obra fuese atacada por la inmoralidad de los personajes. El estreno fue un tumulto; a los 5 minutos de alzarse el telón un sector del público inició un furioso pateo, neutralizado por ovaciones de otro sector. Estos hechos se repitieron varias veces a lo largo de toda la representación. Sólo Marqueríe se atrevió a alabar una obra que molestaba tanto a la moral del Régimen..


Enrique Jardiel Poncela
(1901-1952). Novelista, articulista y dramaturgo. Su obra, basada en un humor vanguardista y relacionada con el teatro del absurdo, se alejó del humor tradicional acercándose a otro más intelectual, rompiendo con el naturalismo imperante en el teatro español y con las visiones del romanticismo. Su humor lúcido, crítico, irreverente y penetrante le supuso ser atacado por una gran parte de la crítica y la sociedad de su tiempo y ser censurado por el Franquismo. Murió de cáncer, censurado, arruinado y olvidado, a los 50 años, pero el paso del tiempo ha agigantado su figura hasta convertirle en un autor básico de la primera mitad del siglo XX.
Es autor de las novelas Amor se escribe sin hache, ¡Espérame en Siberia, vida mía!, Pero, ¿hubo alguna vez once mil vírgenes? y La tournée de Dios. Autor de una ingente producción de novela breve, relato y artículos en prensa, se le recuerda además por obras teatrales como: Angelina o el honor de un brigadier, Madre (el drama padre), Agua, aceite y gasolina, las tres en Ediciones Irreverentes, Una noche de primavera sin sueño, Usted tiene ojos de mujer fatal, Las cinco advertencias de Satanás, Cuatro corazones con freno y marcha atrás, Un marido de ida y vuelta, Eloísa está debajo de un almendro, Los ladrones somos gente honrada, Los habitantes de la casa deshabitada y El amor sólo dura 2000 metros.

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14 mar 2020

La venganza de don Mendo en Ediciones Irreverentes, con estudio de Enrique Gallud Jardiel

115. La venganza de Don Mendo.
Drama
Autor: Pedro Muñoz Seca

Colección de Teatro, nº 115
ISBN: 978-84-17481-36-0
PVP: 14,99€ • 178 páginas


Don Mendo, marqués de Cabra, es sorprendido en las habitaciones de su amada Magdalena por el futuro esposo de ella. Caballero al fin, finge ser un ladrón para no comprometerla. Es detenido y encarcelado. Magdalena, que prefiere ver muerto a su amante antes que perder un beneficioso matrimonio, manda matar a Don Mendo que, fiel a su palabra, no revela su relación. Pero Don Mendo consigue escapar de la prisión y finge su propia muerte. Magdalena, ya casada con el Duque de Toro, es reincidente y mantiene relaciones ilícitas con el rey. Don Mendo, bajo la apariencia de un juglar, enamora a Magdalena sin que ésta le reconozca y creyéndole muerto, lo cual dará pie al final dramático.
Estamos ante uno de los textos más divertidos del teatro español de todos los tiempos. Esta obra en cuatro jornadas, escrita en verso, con algún que otro ripio, como el autor advierte, se estrenó en 1918 en el teatro de la Comedia de Madrid con gran éxito de público.
Como afirma en el prólogo Enrique Gallud Jardiel “La buena prensa de esta pieza no decae y se continúa considerando vigente porque encierra un mensaje vivo que siguen apreciando las generaciones actuales. Se tiene por la obra maestra del género parodístico, indiscutiblemente la mejor de su autor y hasta como un manual de poética, donde se describe su concepción dramática, basada en el disparate y el absurdo. (…) Andrés Amorós nos recuerda que, como en el caso del Juan Tenorio muchos españoles se saben de memoria algunos de sus versos. Parece, pues, una comedia destinada a perdurar”. Muñoz Seca se burla en la obra de conceptos como el honor, la pureza, la nobleza, el amor y la fidelidad. Como afirma Gallud Jardiel, “es un drama de honor protagonizado por gentes que no lo tienen”. Fernando Fernán Gómez llevó esta obra al cine en 1961 en una versión delirante y tan divertida como el original.

Pedro Muñoz Seca
(1879 - 1936).
Fue profesor de griego, latín y hebreo. Autor de teatro perteneciente a la generación del 14 o novecentismo. Destacado por Valle-Inclán, quién afirmó: «Quítenle al teatro de Muñoz Seca el humor; desnúdenle de caricatura, arrebátenle su ingenio satírico y facilidad para la parodia, y seguirán ante un monumental autor de teatro». Para Sainz de Robles fue el «fénix de los ingenios del siglo XX». Si bien su obra más popular es La venganza de Don Mendo, es autor de otras obras de éxito, como Los extremeños se tocan, La Oca, Anacleto se divorcia, La voz de su amo, Don Pedro el cruel, y El gran ciudadano. Junto a sus obras en solitario, escribió un centenar de obras en colaboración con otros autores. Fue fusilado el 28 de noviembre de 1936 en Paracuellos de Jarama. Sus últimas palabras, dirigidas al pelotón de fusilamiento, fueron: «Podéis quitarme mi hacienda, mi patria, mi fortuna e incluso —como estáis al hacer— mi vida. Pero hay una cosa que no podéis quitarme: ¡el miedo que tengo!»

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