Las aventuras del buen soldado Svejk, de Monika Zgustová,
sobre el personaje del escritor checo Jaroslav
Hašek
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"Las aventuras del buen soldado Svejk" es, en cualquier caso, ya sea
la novela original, ya alguna de sus versiones para el teatro, una gran fiesta
para el espíritu; y más aún si, en el caso de se una versión teatral, la
irrisoria grandeza del personaje llega a nosotros en toda su pureza y con todos
los reflejos propios de una creación que bien puede considerarse genial, y que
destacó a su autor, el escritor checo Jaroslav Hasek, a la primera fila de los
escritores europeos. Mónika Zgustová ha hecho esta hazaña, facilitada desde
luego por los antecedentes de esta empresa, entre los que hubo discutibles
soluciones, como la versión que hicieron Max Brod y Hans Reimann, cuando Erwin
Piscator decidió pro primera vez poner en un escenario berlinés una versión de
la novela, con decidida intención de mostrar lo que él llamaba "la fuerza
revolucionaria del humorismo". Por fin, trabajarían en esta tarea, con
Piscator, Brecht, Gasbarra y Lania, y de ese crisol salió un espectáculo en la
gran línea del teatro político. También es de recordar la versión inglesa que
hizo Joan Littelwood en el "Whorkshop Theatre" de Londres, un
espectáculo muy divertido, quizás un poco banalizado.
Son
"las aventuras de un idiota", en la expresión de Mónika Zgustová,
pero de un idiota capaz de revelar con enorme fuerza las idioteces de un
sistema, los horrores del militarismo denunciados no mediante la rebelión
frontal a su tiranía sino obedeciendo escrupulosamente las órdenes
que de ese sistema proceden. En ello reside la clave de la genialidad del
personaje, que en seguida se situó por derecho propio entre los grandes tipos
de la literatura. Esta edición va acompañada de un texto del gran novelista
Bohumil Hrabal, gran admirador de esta novela, para quien Svejk "es un
personaje tan enigmático que creo que nadie lo comprende del todo"; es
"un enigma", condición que comparte con Hasek, su autor, cuya muerte
temprana impidió que esta novela memorable fuera terminada.
Afirma Bohumil Hrabal: "El buen soldado Svejk me enseñó a
mirarlo todo desde la perspectiva de los marginados, de los de abajo. Y desde
el punto de vista de la docta ignorancia, o sea, apagando el brillo del
intelecto e intentando ser igual al polvo en que me voy a convertir. El
buen soldado Svejk me enseñó a preferir la vivencia al saber puro."