P.- ¿Qué escenario nos planteas
en Victoria viene a cenar?
R.- La obra gira en torno a una
cena ficticia entre Clara Campoamor y Victoria Kent. Clara ha invitado a Victoria a cenar, la
cual, tras muchas negativas, al fin ha aceptado. Clara lo plantea como la
conversación definitiva, como la noche en la que no podrá quedar nada por
decir. He tratado que sea una velada donde el lector pueda sentir la tensión
entre ambas, sabiendo que el tema estrella −el del famoso debate de 1931 por el voto
femenino−
tendrá que estallar en algún momento.
P.-
¿Por qué has elegido a Clara Campoamor y a Victoria Kent para tu obra?
R.-
Porque me parecen dos personajes muy infravalorados. A la lucha de Clara
Campoamor, a su negativa a rendirse, le debemos que la mujer pudiera ejercer su
derecho a voto en España por primera vez. Y sin embargo, tuvo que pagar muy
cara esa defensa, viéndose apartada de la vida política y marchando a un exilio
donde moriría prácticamente olvidada. En cuanto a Victoria Kent, a pesar de que
se posicionó en contra del voto femenino en su momento, también se ha
menospreciado bastante su labor durante la guerra y la posguerra. Realizó
innumerables aportaciones a la sociedad, desde
la modernización del sistema carcelario español hasta la creación de una
red de solidaridad femenina en el exilio, pasando por la salvación de miles de
niños durante la guerra. Dos mujeres clave en la historia de España, y que, sin
embargo, apenas son mencionadas en los libros de texto.
P.-
¿Crees que el debate sobre los derechos de la mujer sigue vigente hoy día, en
pleno siglo XXI?
R.-
Sin duda. Por desgracia, las desigualdades siguen presentes en nuestra
sociedad. No hay más que ver la brecha salarial todavía existente o cómo han
crecido los crímenes machistas en los últimos años. La mujer ha decidido dar el
salto social y laboral, reivindicar su sitio en una sociedad que aun da
muestras de vivir anclada en el pasado en muchos aspectos. Creo que es
necesario no perder nunca de vista el debate de 1931, no olvidar dónde empezó
la lucha. Solo así podremos seguir adelante, luchando por un futuro donde la
palabra desigualdad nos parezca un vestigio absurdo del pasado.
P.-
¿Qué es la Miserable estupidez del odio?
R.-
Se trata de una recopilación de monólogos donde el sufrimiento y la denuncia
social está muy presente. Soldado de ninguna guerra denuncia la sinrazón
de la guerra, sin bandos, donde un joven militar nos cuenta cómo un conflicto
bélico que le era ajeno ha destruido su vida. La gitana del romero
vuelve a incidir en el tema de la violencia de género, desde sus primeros
síntomas hasta un desenlace al que tristemente estamos acostumbrados. Después
también aparecen La última sonrisa en Restauradores, Ritual de sangre,
Desnuda ante la corte o El diablo metido en los ojos, que son la
versión dramatizada de algunos relatos publicados en antologías de Ediciones
Irreverentes y MAR Editor.
P.-¿Qué
ha supuesto para ti ganar el XI Premio El Espectáculo Teatral?
R.- Lo primero de todo, una
alegría enorme. Un premio siempre es una forma de ver reconocido tu trabajo,
pero también es una invitación a seguir por el camino que vas. Las dudas sobre
si estarás haciendo las cosas bien siempre están presentes, y cuando recibes un
galardón parece que se disipan en parte, porque hay gente que te está diciendo
que sí, que lo estás haciendo bien. Agradezco enormemente al jurado que ha
escogido Victoria viene a cenar para este premio, que además, es
internacional. Es un gran aliciente para continuar escribiendo.