Divinas
palabras,
considerada por su autor como “Tragicomedia de aldea” es una de las obras más
conocidas de Valle-Inclán. Publicada en 1919, no representada hasta 1933, es un
paso decisivo en su incorporación a la literatura de vanguardia del S. XX. Es
la culminación de un ciclo mítico, con una estética muy cercana al esperpento,
plena de situaciones de crueldad tratadas con humor y sarcasmo, uniendo lo
trágico y lo grotesco. Escrita más para ser leída que representada –a pesar de
lo cual se ha llevado a escena en veinte países–, transcurre en una Galicia
rural detenida en el tiempo, llena de desvalidos, mendigos, romeros, tontos,
borrachos y señoritos, en los que se muestra lo peor de la condición humana. La
acción gira alrededor de la familia de Pedro Gailo, sacristán, casado con Mari
Gaila. La hermana de Pedro Gailo muere, dejando al hijo, Laureaniño el Idiota,
enano hidrocéfalo expuesto en las ferias por sus familiares para conseguir
dinero. Se lo disputan la hermana de la difunta, Marica, y los Gailos. Cuando
Mari Gaila se va con su amante Séptimo Miau, un grupo de gente emborracha al
enano hasta matarle, desencadenando los acontecimientos dramáticos. La muerte,
la avaricia y la lujuria recorren esta obra para hacer un retrato de la
moribunda España que ya retratara Goya.
David Acebes es el autor de una edición
crítica brillante para Ediciones
Irreverentes, que muestra facetas de la obra que resultan sorprendentes
para el lector y una importante ayuda para las compañías que pretendan
representar la obra.
P.- ¿Cómo surge la idea de hacer esta
edición crítica de Divinas
palabras de Ramón del Valle-Inclán?
R.- Fue un encargo. La editorial
Irreverentes cuenta en su haber con una colección de teatro importantísima con
obras de clásicos como Chéjov, Moliere o Federico García Lorca y me propuso una
edición crítica de Valle-Inclán. Al haber publicado ya en su colección Luces
de Bohemia, la elección era fácil. Solo podía ser Divinas palabras,
que para mí es una obra de teatro que está al mismo nivel que el famoso
esperpento, pero que es menos conocida para el público en general.
P.- ¿Qué crees que aportas al estudio de la obra en tu texto?
R.- Mi visión poética… Para mí
Valle-Inclán era ante todo un poeta. Se nota tanto en sus acotaciones como en
los nombres elegidos para sus personajes. Por supuesto, existen ediciones anteriores
importantes de esta obra de Valle, pero quedaban algunos temas por desarrollar.
Particularmente, estoy muy contento con mi mapa que relaciona todos los pecados
capitales que salen en la obra, así como con la explicación de ciertos nombres
de los personajes que, por el momento, ningún estudioso había insinuado.
P.-¿Se le pueden escapar al lector fuertes
reflexiones cercanas a la mitología –o estética– religiosa del Catolicismo en
esta obra?
R.- Valle-Inclán era un gran iconoclasta
y, como tal, el genio gallego no pierde oportunidad de volver en el texto de Divinas
palabras sobre el cristianismo y su mitología. A este respecto, la más
significativa de estas reflexiones la encuentro en la jornada tercera cuando
vuelven a encontrarse los dos protagonistas (Lucero y Pedro Gailo), que
representan a su vez la línea del Mal y del Bien. En esta escena, hablan de la
condición del Diablo, cuyo pecado fue querer saber el pasado y el futuro, lo
cual, a mi entender, explicaría que, a partir de un momento dado, el trasunto
del Mal aparezca en acción con un ojo tapado y que tenga dos animales
clarividentes. Cada detalle en la obra de Valle, por nimio que parezca, esconde
una reflexión profunda que suele estar relacionada con lo religioso o lo
político.
P.- ¿Crees que esta obra de Valle-Inclán
sigue siendo actual y que quizá debiera ser leída por el público más joven por
la riqueza del vocabulario y conceptual?
R.- Por supuesto. Creo que es una obra que
debería ser leída en los institutos. Supongo que no se hará, porque Divinas
palabras contiene un par de escenas de sexo (una con un demonio) y a veces
Valle-Inclán es en ciertos aspectos muy cruel, pero quizás eso sea sintomático
de la sociedad hipócrita en la que vivimos. Cada día, nuestros jóvenes tienen
un mayor acceso al porno y, sin embargo, no les dejamos leer Valle-Inclán
porque es muy “fuerte”…
P.- ¿Se podría decir que Valle-Inclán
retrata una España eterna?
R.- Espero que no. La España que retrata Valle es
una España terrible, donde impera la avaricia de los más ricos y la envidia de
los más pobres, donde la soberbia de la Iglesia no le deja reconocer sus propios pecados,
donde el pueblo se ha vuelto perezoso y no protesta… Ah, pues sí… Pues sí que
la retrata…
P.-Con una larga trayectoria como
cuentista y poeta debutas en el teatro este estudio. ¿Cuál ha sido la respuesta
del lector en este nuevo camino? ¿Qué aporta al autor este trabajo?
R.- Aún es pronto para saber la respuesta
del lector. Para mí, obviamente, es el trabajo del que estoy más orgulloso.
Supuso todo un reto y he aprendido mucho. Además, la edición es –desde mi punto
de vista- un lujo con una fotografía de cubierta del fotógrafo burgalés Rodrigo
Macho, que representa a la perfección las ruinas de una sociedad en decadencia.
P.-¿Cuál es la mejor razón para leer
“Divinas Palabras”?
R.- Hay muchas. La mejor no lo sé. Si eres
amante del teatro, Divinas Palabras no puede faltar en tu biblioteca. Si
quieres encontrar un texto poético y singular, sin parangón, a mi entender, en
la literatura moderna del siglo XX, debes acercarte a Divinas Palabras…
No sé. Solo puedo decir que es un texto fundamental y que los más jóvenes
tienen ahora la ayuda de mi edición crítica…
Colección de Teatro de Ediciones Irreverentes http://www.edicionesirreverentes.com/Teatro.htm