es un guionista y dramaturgo español, nacido en
Valladolid, que vive en Madrid desde 1959. Se licenció en Psicología en la
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense de Madrid, y más
tarde en Imagen en la misma universidad, en nuestra Facultad de Ciencias de la
Información. En 1964 comenzó a hacer Teatro Independiente, donde trabajó como
actor, dramaturgo y director.
En 1971 fundó la Asociación de Teatro Libre, que
lideró durante diez años hasta su disolución. En 1975 estrenó su primera obra
como autor: “¡Viva el Duque, nuestro dueño!”. En 1988 fundó la conocida productora teatral Pentación junto a Gerardo Malla y Rafael Álvarez. Ha sido director de la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid, (y Catedrático de Escritura Dramática), y director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico.
Ha escrito guiones para teatro, alguno para cine, series de televisión, narrativa infantil y novelas, y algunas de sus obras teatrales han sido llevadas a la gran pantalla. Esas obras son: “La estanquera de Vallecas”, “Bajarse al moro” y “Salvajes”. Además de estas obras, destacan muchas otras del trabajo de Alonso de Santos, como su primera obra ya mencionada, “¡Viva el Duque, nuestro dueño!”, y otras como “El álbum familiar”, “Pares y Nines”, “Fuera de quicio”, “Trampa para pájaros”, “Dígaselo con valium”, “La sombra del Tenorio”, “Yonquis y yanquis”, “Un hombre de suerte”, “Cuadros de humor y amor al fresco”, “La cena de los generales”, “10 euros la copa”, “Los conserjes de San Felipe”, etc.
Ha realizado también versiones de otros grandes autores
como Plauto, Moreto, Aristófanes o Shakespeare, entre otros.
Muchas de sus obras han sido estrenadas tanto en España
como en el extranjero, gozando de un gran público; y se han publicado también
ediciones críticas de algunas de sus obras. Además, Alonso de Santos ha escrito
otros libros dedicados a la teoría teatral. Es autor de más de treinta obras y ha dirigido también más de treinta obras, tanto suyas como de diferentes autores.
Como buen escritor, ha sido galardonado con premios reconocidos como Premio Nacional de Teatro, Tirso de Molina, Mayte, Rojas Zorrilla, Aguilar, Baco de Andalucía, Ciudad de Valladolid, Medalla de Oro de Teatro de Valladolid, Asociación Espectadores de Alicante, Ciudad de Cazorla, Muestra de Autores Contemporáneos de Alicante, Premio Max, y Premio Castilla y León de las Letras 2009, entre otros.
He estado con Don José Luis en la presentación de la última obra que ha escrito, “La semana cultural”, (Ediciones Irreverentes) en La Casa del Libro, donde unos excelentes actores de teatro hicieron una perfecta lectura de la misma, trasmitiendo lo que el autor pretende trasmitir. Después Don José Luis me concedió una entrevista personalmente. A continuación mi entrevista:
1. ¿Por
qué decidió dedicarse a escribir?
Yo
tengo una teoría de la vida, y es que haciendo aquello para lo que tienes más
facilidad, aún así sale mal, así que si haces aquello para lo que no tienes facilidad,
sale peor. Entonces cada uno tiene que ir descubriendo en la vida qué es lo que
le sale bien y con facilidad, y en mi caso es escribir. Desde pequeño yo vi que
valía para muy poquitas cosas, sin embargo en literatura, latín, griego, en
todo lo que tenía que ver con la lengua sacaba dieces, porque tenía facilidad
para ello. Mientras que todo lo demás me era difícil, escribir me era fácil. Yo
me siento ahora mismo y escribo lo que quiera, otra cosa es que esté regular,
pero escribir me resulta fácil, por eso decidí dedicarme a ello.
2. ¿Cómo
comenzó la idea de escribir su primera obra?
Yo
arreglaba obras, y formaba parte de un teatro independiente y no encontraba la
obra que yo pudiese arreglar que contase lo que yo quería contar para los
actores que tenía y las circunstancias, y entonces decidí escribirla yo. Así
escribí “¡Viva el Duque, nuestro dueño!” en 1975, una obra que tuvo
mucho éxito y fue muy premiada, que curiosamente tiene mucho que ver con la
última que presenté el otro día, “La semana cultural”, por la relación
del creador, la sociedad y el poder.
3. ¿Le
censuraron algo de la obra?
En
realidad me censuraron la obra entera, porque en aquella época tenías que pedir
permisos para cada representación que querías hacer. Pero vamos, no me siento
especial en este tema porque se lo hacían a todo el mundo. Lo censuraban todo. 4. ¿Alguna vez se ha encontrado con el problema de tener el papel en blanco y no saber continuar? ¿Cómo lo ha solucionado?
Si yo me encontrara con ese problema me dedicaría a otra cosa. A mí me parece que eso es un cuento, eso es literatura. El que cuenta eso, ya
está haciendo literatura, ya está escribiendo, está contando un cuento, porque realmente el que no sabe escribir lo que hace es no escribir. Todo el que cuenta su dificultad escribiendo es que es escritor. El escritor no tiene dificultad de escribir, tiene dificultad de escribir bien, que es otra cosa.
5. Y, si
se encuentra con que ha escrito algo que no le gusta, ¿qué hace, lo intenta
arreglar o lo tira? Y si lo intenta arreglar, ¿cómo lo arregla?
Lo
arreglo si puedo, porque las cosas no pueden estar más allá de la altura de mi
talento. Uno no puede escribir por encima de sí mismo, eso es absurdo. Mis
posibilidades son mis obras. Claro que me gustaría escribir mejor, pero cada
uno tiene su terrenito para cultivar, y cada uno cultiva en su terrenito lo que
puede. Se trata de encontrar un equilibrio entre tus posibilidades y la
realidad. No hay que ser absurdo en la vida, hay que ser lógico.
6. Empezó
en teatro trabajando como actor, ¿Cómo fue su experiencia en esa labor?
Bien,
pero vamos, no era imprescindible. Había otros muchos que hacían lo mismo que
yo, entonces yo fui viendo en qué terrenos no había tantos que hicieran lo que
yo. Yo como actor lo hacía bien, en un término medio, digno. Trabajé también en
televisión y me defendía como actor, pero poco a poco vi que hacían falta
directores, escritores, y los demás me pedían que lo hiciera. Ahí ya empecé a
dirigir un poco a mis compañeros, y a escribir. Empecé a interesarme más por el
mundo del director y el escritor, porque el mundo del actor es un mundo muy
físico, y yo nunca he sido fuerte físicamente, sino mentalmente. Yo vi que
estar en el escenario y recibir el aplauso directo del público no era mi meta,
no me llenaba lo suficiente, pues mi meta estaba en la creación, en la
literatura.
7. Ha
trabajado también como director de teatro, ¿Cómo es el trato con los actores?
El
problema del arte no es la relación humana, porque la relación humana depende
de las personas. El problema es el objetivo que se pretenda conseguir. Cuando
hay que hacer un esfuerzo es cuando la gente se pone rara. Entonces, si tú
haces un producto malo, la gente está contenta, pero si tú presionas para que
ese producto sea bueno es cuando vienen los problemas. Es un problema de
tensión. Si la cuerda de una guitarra está floja, no suena, la tienes que
tensar para que suene, pero con cuidado, porque si la tensas demasiado se
rompe. Tienes que crear un estado de intensidad con los actores, y algunos
soportan mejor que otros esa intensidad.
8.
Hablando del trato con los actores, ¿en la lectura de “La semana cultural”
había una previa preparación en cuanto a la interpretación?
Sí.
Ese clima no era una casualidad, yo lo creé. Estuve dos días con ellos
explicándoles cómo debían interpretarlo. Les dije que lo hicieran siempre con
mucha vitalidad, a toda leche, pisándoos, riendo, etc. rompiendo la lectura
gramatical, porque la lectura gramatical y retórica es pesada. La lengua oral
no tiene nada que ver con la lengua escrita. Cuando trabajo con actores, lo
primero que les digo es: olvidaros de las comas, de los puntos y de todo.
Aprenderos las palabras y convertirlas en ruidos, porque nosotros no
hablamos con palabras, sino con ruidos. Hacemos un juego rítmico al hablar.
Entonces cuando se trabaja con actores lo que hay que hacer es potenciar eso,
hay que romperles la retórica del texto. Yo lo que hago cuando escribo es
meterle a las palabras la acentuación musical, no los acentos ortográficos.
Entonces eso es lo que hice con la lectura de la obra. Parecía algo casual,
pero no, también era una creación artística. Estaba preparado. No hay nada
casual que no esté preparado.
9. ¿A
quién admiraba cuando era pequeño?
Admiraba
los tebeos y a los que escribían tebeos. Luego de ahí pasé al romancero. Yo
estudié latín y griego desde pequeño, y desde los 15 o 16 años leía latín, leía
Julio César.
10. ¿A
quién admira ahora?
Pues
en la vida admiro a los que tienen un equilibrio de normalidad, porque lo que
he aprendido es que la base de la vida es encontrar un equilibrio y no volverte
loco, ser una persona equilibrada, porque si no sufres y haces sufrir a los
demás. En cuanto al arte, creo que se admira a los artistas dada la enorme
dificultad que supone. Yo normalmente soy una persona de cultura tradicional,
creo que la humanidad es sensata y que han ido eligiendo a lo largo de los
tiempos lo mejor. Admiro a Cervantes, a Shakespeare, a Antón Chéjov… admiro a
los grandes. Admiro a Monten, porque cada frase de él es para pensar y puedes
escribir con una frase suya un ensayo. Admiro a Ortega y Gasset… a todos los
grandes de todos los terrenos.
11. De
todas las versiones que ha escrito, ¿Cuál le ha parecido más complicada y con
cuál de ellas ha disfrutado más? ¿Por qué?
Yo
he hecho muchas versiones de Plauto, y entiendo muy bien a Plauto y me lo paso
muy bien trabajando con sus obras. Entonces con las que más disfruto es con las
obras de Plauto. La más complicada para mí fue “No puede ser el guardar una mujer”, de Agustín Moreto, porque es un autor muy seco y sobrio, y el encargo que yo recibí de la directora de la Compañía Nacional de Teatro Clásico fue sacar el amor y el erotismo, lo dulce y lo femenino de Moreto, y yo me encontré con que no tenía nada. Entonces, para sacar el erotismo en Moreto me volví loco, e hice una versión muy erótica porque me inventé la mitad de los versos. Y un tiempo después leí un estudio sobre el
erotismo en Moreto y ponían de ejemplo los versos de Moreto que escribí yo.
12. ¿Cuál
de todas sus obras originales es su favorita?
No
tengo obra favorita, cuando escribo mis obras procuro que me interese, que me
guste, interesarme por la vida de los personajes… pero una vez que las termino,
las suelto al mundo y las vivo después con cierta extrañeza, ya no las volvería
a escribir así, porque cada ser humano en cada momento de su vida es y piensa de
una manera distinta. Entonces, ¿Con cuál me quedo? Depende del momento. Por eso
no se puede hablar de autores, se puede hablar de obras, porque en la evolución
de un ser humano van cambiando las cosas, la manera de ser y de pensar,
dependiendo de las circunstancias.
13. ¿De
dónde saca la inspiración para escribir sus obras?
De
mi formación y del trabajo. A mí me gusta crear historias y personajes, y esa
es mi formación, es lo que me apasiona, indagar en la vida por medio de la
literatura.
14.
¿Alguna vez pensó en tirar la toalla? ¿Por qué?
A
veces estás más motivado porque la sociedad te hace más encargos y otras veces
sientes como que la sociedad se aleja y si no escribiera más le daría igual a
la sociedad, entonces te cuesta más trabajo y es en esos momentos cuando
piensas en tirar la toalla, porque la creación siempre es un puente entre el
individuo y la sociedad. Piensas en tirar la toalla en los huecos en los que la
sociedad requiere menos de tu trabajo.
15. ¿Cuál
de los numerosos premios que ha recibido es el que más ilusión le hizo?
Siempre
los primeros, porque es cuando tú dudas si vas a poder dedicarte a esto o no.
Los primeros son los que más sorprenden, porque tú piensas en ese momento que
el jurado es alguien que sabe más que tú, por tanto alguien te selecciona, te
valora, te significa, y eso al principio es muy importante. Y la primera obra
mía que fue premiada fue la primera que hice, “¡Viva el Duque, nuestro
dueño!”, que recibió muchos premios. Y a partir de ahí todo fue
infinitamente más fácil.
16. ¿Cómo
se sintió la primera vez que vio una obra suya sobre la gran pantalla?
Cuando
las ves en el teatro ya te sientes mal, pero es normal. Cuando veo mis obras,
lo que quiero es tirarlas y hacer otras, por eso escribo la siguiente y
continúo. Siempre creo que lo puedo hacer mejor. Entonces, cuando escribo una
obra y la coge un director y la dirige, aunque sea con la mejor intención, yo
siempre digo “¡Dios mío!”, porque sale la décima parte de lo que tú has soñado
como guionista. Eso en teatro… ya no te quiero decir lo que sale cuando se hace
una película… Es decir, voy a ver mi obra y salgo de allí pensando: “Dios mío
lo que ha salido”. Yo hago lo que puedo, luego el director hace lo que puede
también y sale lo que sale. Yo generalmente salgo amargado después de ver mi obra,
y eso en los éxitos, no te quiero decir cómo salgo en los fracasos…
17.
¿Considera que las adaptaciones que se
han hecho de sus obras en cine transmiten la misma esencia que en teatro?
No.
Cuando sale una obra mía en el teatro, sale una décima parte de la esencia con
la que yo la he escrito y, si eso pasa en el teatro, mejor no te digo lo que
sale en una película… Se pierde mucho más la esencia, de hecho cualquier obra
original por lo general es mejor que su versión en película. Sólo hay algunas
que superan su origen, por ejemplo, la película “Un tranvía llamado deseo”
Elia Kazan , 1951 supera la obra
original.
18. La
estanquera de Vallecas está basada en un hecho real, ¿Qué fue lo que le llamó
la atención de esa historia para decidir escribir la obra?
Vi
la noticia en un periódico, pero la realidad no tiene nada que ver luego con la
obra. El escritor está todo el día a la caza de ideas, entonces piensa mil
historias, y de esas mil escribe una. Yo venía de hacer “Del laberinto al
treinta”, que es una obra enrevesada, e íbamos de gira popular por los
pueblos y no tenía nada que ver la obra con la gira, entonces yo quería
escribir una historia popular, un teatro que entienda los públicos reales que
tengo yo. Le estuve dando vueltas y a partir de esa noticia del atraco en
Vallecas que leí comencé a escribir la obra.
19. ¿Se
prestó la verdadera estanquera a colaborar con usted para servirle de
inspiración a la hora de escribir la obra?
No,
a la verdadera estanquera la mataron en el atraco. Por eso te digo que la obra
no tiene nada que ver con la realidad, solo surgió de la realidad la idea de la
obra. Entró un atracador, le pegó un tiro a la estanquera y se acabó, y yo de
ahí quise escribir una historia en tono de comedia y contar una historia
diferente.
20. ¿Qué
opina de la situación actual del cine español?
No
soy muy experto en cine, pero yo creo que el cine español no ha tenido nunca la
importancia que tiene el teatro español. La técnica que tiene el cine en España
no se puede comparar con la técnica que tienen en otros países, entonces el
cine español es un cine que va luchando para sacar la cabeza, en una categoría
que no es de primera. No tiene una gran importancia a nivel mundial, no hay una
gran industria, por eso siempre tiene que estar con la protección del gobierno.
Está siempre en la batalla de la supervivencia. Pero eso no quiere decir que no
haya todos los años 4 o 5 grandes películas españolas.
21. ¿Ha
visto “8 apellidos vascos”? ¿Cree que de verdad merece tanta ovación
como está teniendo? ¿Considera que realmente es tan buena película como para
ser la más taquillera del cine español?
Todavía
no la he visto, aunque pretendo ir a verla. Pero yo siempre creo en la gente en
general. Yo no soy anti-sistema, yo creo en el ser humano.
Pienso que la gente normal es igual de lista que yo, entonces si a la gente le
gusta la película es porque algo tendrá, por tanto, creo que si a la gente le
gusta algo es porque ese algo es bueno, aunque a mí no me guste. No creo que
porque a mí no me guste algo sea malo, como tampoco creo que lo que me gusta a
mí es lo mejor.
22. ¿Le
gustaría que alguna otra de sus obras fuese llevaba al cine? ¿Cuál y por qué?
El
cine es el cine, y es mucho más importante que el teatro para la sociedad, así
que claro que me gusta que mis obras se lleven al cine, y sí me gustaría que
llevasen más, fuera cual fuera.
23. ¿Con
qué director le gustaría trabajar?
Con
el director de “8 apellidos vascos”, Emilio Martínez – Lázaro, porque
hemos sido amigos y hemos tenido relación, y nunca hemos llegado a trabajar
juntos por una serie de circunstancias. Una vez hasta me pagó un guión que
luego yo no llegué a escribir, y fui a devolverle el dinero y me dijo que no,
que ya había hecho otra. En el cine te pagan por proyectos, cosa que en el
teatro no pasa.
24. ¿Le
va a estrenar su obra “La semana cultural” alguna Institución Oficial de
Teatro, defensora de la cultura?
Yo
creo que no, casi mejor que para eso cojan a Galdós o a alguno así lejano. Sí. En mi vida algunas obras mías han salido con pena, otras con gloria, otras, para ser sincero, con mucha gloria, otras se siguen representando sin parar por el mundo desde hace más de 40 años, otras no las ve nadie…pero todas se estrenan. No tengo ninguna obra que no se haya estrenado, todas se van estrenando. Algunas tardan más que otras, por ejemplo “Yonquis y Yanquis” tardó 10 o 12 años en estrenarse. Es por lo que soy escritor, si no hubiera estrenado, no hubiera escrito. No tengo la vocación de escritor para después meterlo en un cajón. Escribo para estrenar mis obras, unas veces en mejores condiciones que otras, pero al final se estrenan. Por lo tanto, “La semana cultural” la estrenaré también. Si puedo estrenarla en un teatro maravilloso, bien; y si la puedo estrenar en una Casa de la Cultura, bien también. Lo haré donde pueda y como pueda, pero lo haré.
26.
¿Quién la va a dirigir cuando la estrene?
El
director será el actor que ha interpretado al señor alcalde en la lectura de la
obra: Paco Vidal.
27. A
pesar de ser una obra de humor, ¿representa la realidad de la situación actual
del Gobierno Español?
Con
humor se pueden hablar de cosas muy serias, y yo en esta obra he hablado todo
lo que he podido. Salen todas las palabras y todos los problemas que tenían que
salir y sale todo lo que yo veo a mi alrededor, pero
lo digo con humor. Es decir, nos lo quitarán todo, pero no tienen porqué
amargarnos la vida.
28. ¿Cómo
ve que su obra se estudie en las aulas de educación?
Yo
estoy tremendamente orgulloso de ello. Pienso que la palabra “fama” es
ridícula, pero yo soy famoso porque me dan en las aulas del mundo entero,
incluso llego a ser mucho más famoso en las aulas que en los teatros, y como te
digo, me enorgullece muchísimo.
29.
Cuando termina de escribir una obra, ¿es capaz de intuir el éxito que va a
tener?
Te
pongo un ejemplo: cuando terminé de escribir “Bajarse al moro” les dije
a un grupo de íntimos amigos: He terminado de escribir una obra que yo creo que
está bien y quiero que me deis vuestra opinión. Se la leí y, cuando terminé, la
mitad me dijeron que tirara el primer acto y la otra mitad me dijeron que
tirara el segundo acto. Eso te da una idea de la sensación que hay del éxito.
Menos mal que yo soy muy cabezón y no tiré nada, pues pensé que era cuestión de
tiempo ver si era buena o no, ya veremos. Y ya vimos como al final se convirtió
en un gran éxito. Así que es muy difícil intuir el éxito de una obra, hay que
tener paciencia y esperar a que esa obra haga su trabajo.